miércoles, 26 de octubre de 2011

Había una vez...

A Matilde le daba un poco de vergüenza reconocerlo, pero el circo no le gustaba. Solo había estado una vez, con 10 años.  Entonces los payasos le habían parecido ridículos personajes con grandes zapatos a los que no les veía la gracia; los elefantes, pobres animales que caminaban en círculo con cara de resignación; y los magos, hombres vestidos de negro que se empeñaban en sacar conejos de sus sombreros. Solo había una cosa que le había maravillado: las equilibristas: ellas caminaban sobre la cuerda como si se pasearan sobre el mar  y daban volteretas como si el aire que entraba entre las lonas de la carpa las elevara hacia el cielo, igual que a las hojas secas el viento del otoño. Cuando Matilde necesitaba relajarse cerraba los ojos y pensaba en ellas: así  se sentía ligera,  sentía que flotaba...

2 comentarios:

  1. jolín qué bonito lo que escribes, lo que coses y lo que fotografías. Estoy fascinada con tu blog.
    María

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  2. Pues me alegro muchísimo de que te guste! Prometo intentar actualizarlo más a menudo. Será fácil ahora que tengo previsto un "cose conmigo" contigo! ;-)

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